
Cuando hace un par de años nos pusimos a buscar portadas de discos que mostrasen diferentes lugares de Barcelona, ya nos pareció que la del Bestiola (2008), de Hidrogenesse, era una de las más bonitas que se habían hecho nunca. Uno podía identificar las barcas del parque de la Ciutadella, pero con un aire decadente en blanco y negro de una elegancia exquisita.
Ahora Genís i Carlos nos traen Ciutat de sorra, un disco que forma parte de la exposición homónima del artista David Bestué que se ha podido ver en el Centre d’Art Contemporani de la Fabra i Coats en los últimos meses. Ciutat de sorra habla de la Barcelona que se ha ido reconstruyendo, a menudo abruptamente; de la iconografía que nos recuerda proyectos urbanísticos más o menos exitosos y de la crónica popular que sobrevive en la hemeroteca. Pasamos de los grandes cruceros que vierten ríos de turistas en las Ramblas a la Carabela Santa María (la réplica, claro), que fue la atracción del puerto durante años pero acabó siendo incendiada por Terra Lliure en un acto de terrorismo kitsch. Paseamos del 22@a la Rambla del Raval, descrita como una mona de chocolate de Escribà.
La portada de Ciutat de sorra es, probablemente, la mejor portada que un disco le ha podido dedicar a Barcelona. La fotografía fue tomada por Martí Llorens en 1988 durante la construcción de la Vila Olímpica (Arxiu Fotogràfic de Barcelona). Se intuye una ciudad que, como hemos oído tantas veces, todavía vivía de espaldas al mar, y los escombros previos al brillo de los Juegos. Llorens, por cierto, ha sido uno de los mayores cronistas visuales del urbanismo de Barcelona con series como Poblenou, que en su momento ganó diversos premios internacionales.
Hidrogenesse igual pueden sonar en un museo, entre instalaciones artísticas, que en la serie de moda, como demuestra el lanzamiento de La Mesías. Un dúo de mente abierta y alma de camaleón.
Y para escuchar:
UNA MONTAÑA DE LODOS TÓXICOS. La duda es si elegir todo el disco como una sola canción, con el estribillo siempre presente, o valorarlo pasaje por pasaje con sus diferentes historias sobre la ciudad. Es cierto que hay un patrón rítmico e incluso en los fraseos de voz, pero la historia va cambiando y nos quedamos con esta foto del litoral y sus desechos en la que un no tan utópico poder decisorio autoriza el vertido de los residuos de la incineradora al fondo del mar.