Las tres portadas de… Roger Estrada


Roger Estrada hace más de 20 años que colabora en Ruta 66. En su propia web puede leerse que su primer artículo fue una crónica del concierto que Neil Young dio en el Montreux Jazz Festival de 2001 con Black Crowes de teloneros y que se publicó en el número de septiembre de aquel año. Desde entonces, ha participado también en programas de televisión (Loops!, TV3 ), dirigió el documental Get what you want sobre el festival In-Edit y en breve reanudará el programa de radio Sonic Temple, en DubLab BCN, «una oda al rock de guitarras». Le pedimos que escogiera tres portadas de discos especiales, y en esta selección nos lleva de su primer tocadiscos a las entrevistas del Ruta:

Portada de Violator de Depeche Mode

‘VIOLATOR’, de Depeche Mode (Mute, 1990)

«Al cumplir 13 años mis padres me regalaron mi primer tocadiscos. Fue un momento crucial porque era un tocadiscos para MI habitación –hasta entonces los discos se escuchaban en el comedor– y porque en ese mismo cumpleaños mi primo Dani me regaló el vinilo de Violator, de Depeche Mode, editado pocos meses antes. Dani, con quien me llevo diez años, tuvo una gran influencia en mi educación musical primeriza; cuando iba a casa de mis tíos en Sabadell me pasaba horas escuchando sus vinilos de AC/DC, The Police, Genesis, Supertramp o Queen y, también, los primeros Depeche Mode. Así que él sabía perfectamente lo que me estaba regalando, las puertas que me estaba abriendo al hacerme entrega de ese artefacto sonoro.

Decir que me pasé meses escuchándolo obsesivamente no es una exageración; no entendía muy bien qué era esa música –mis gustos eran más pop-rock– pero tenía un embrujo, entre aterrador y excitante, que ejercía sobre mí una irresistible fuerza centrípeta a través de sus surcos. Y qué decir de esa minimalista, icónica portada de Anton Corbjin con la fotografía de la rosa pintada de rojo, cortada por la mitad y con el Violator escrito a mano. Una obra de arte de la cultura pop.»

Portada de Soup, de Blind Melon

‘SOUP’, de Blind Melon (Capitol, 1995)

«La culpa fue de la niña-abeja con gafas, pobrecita. El videoclip de No Rain catapultó las ventas del debut homónimo de Blind Melon, pero es indudable que a muchos se les atragantó el naïf buenrollismo que desprendía ese pequeño hit de los 90 y, claro, cuando apareció Soup algunos medios lo recibieron con los cuchillos afilados y oxidados con bilis. La crítica de Rolling Stone fue especialmente demoledora y a todas luces injusta con un álbum que, con los años, ha sido reevaluado como merece. Más oscuro que su antecesor –Shannon Hoon, su atormentado líder, volcó en él sus demonios, plasmados en canciones que hablan de la depresión, la adicción, el desamor, la paternidad o el asesino en serie Ed Gein–, también más aventurero musicalmente y rico en instrumentación, Soup es la obra cumbre de una banda mucho más libérrima y conectada con el espíritu de los setenta que otros compañeros de generación sobre los que hay mayor consenso crítico.

Solo hay que echarle un vistazo a su portada, con la fotografía del productor del álbum Andy Wallace sorbiendo una cucharada de sopa; una instantánea realizada por Danny Clinch, uno de los retratistas por excelencia de los 90, amigo íntimo de los de Los Ángeles y que en 2019 co-dirigió All I Can Say, conmovedor documental sobre el malogrado Hoon –fallecido por sobredosis apenas dos meses después del lanzamiento del disco–, ensamblado a partir del ingente caudal de cintas de vídeo que el cantante filmó durante su meteórica, y truncada, trayectoria. Disco favorito en casa de los Estrada-Valls.»

Portada de Bllod visions de Jay Reatard

‘BLOOD VISIONS’, de Jay Reatard (In The Red, 2006)

«Si hay algo de lo que me siento especialmente orgulloso de mis veintipico años escribiendo sobre música es de las dos entrevistas que le hice a Jay Reatard para Ruta 66. La primera, telefónica, con motivo del lanzamiento de este su primer disco en solitario; la segunda, dos años después, sentado en una mesa en compañía del promotor (y mejor amigo) Nacho Cabrera, pocos minutos antes de subirse al escenario del Primavera Sound para descerrajar los temas de su segundo (y último) álbum, Watch Me Fall. James Lee Lindsey Jr. ya era toda una institución dentro del garaje-punk yanqui gracias a la espídica, caótica trayectoria de Reatards –formados cuando tenía 15 años– y Lost Sounds –su discografía de after-punk nuevaolero from outer space merece culto eterno–, pero fue gracias a su sanguinario, desquiciado y über melódico debut cuando subió un peldaño en reconocimiento popular, también en una exposición y adulación mediática que acabó pasando factura en una personalidad tan volátil, obsesiva y notoriamente violenta –consigo mismo y con sus allegados– como la del hijo pródigo / la oveja (más) negra de Memphis.

Blood Visions despacha 15 temas en menos de 30 minutos, un torbellino del punk’n’roll más irredento y visceral, como si fuera una partida de pinball subida de revoluciones por el interior del cerebro de su creador, en mi opinión el compositor más brillante de su generación y cuya influencia sobre el punk planetario sigue vigente. It’s so easy / When your friends are dead / It’s so much easier / When you don’t even care… Te echamos de menos, Jay.»