
1982 / La Barcelona underground de principios de los 80, caótica y subversiva, podía generar encuentros mágicos como el que nos muestra Prohibido maltratar a los gatos (EMI, 1982). El Gato Pérez ya era, en sí mismo, un encuentro mágico: entre Buenos Aires y Barcelona; entre la rumba catalana, la salsa y el rock. Por otra parte, tenemos a Gilbert Shelton, un mito del cómic alternativo norteamericano que corría aquellos años por la ciudad condal y que dibujó la portada de aquel disco.
Shelton, nacido en Texas en 1940, fue el creador de personajes como Superserdo (versión bizarra de Superman) o los Fabulosos Freak Brothers. Ya tenía cierta fama cuando se mudó a España, donde viviría durante los años 1980 y 1981. Fue Josep Maria Berenguer, fundador de la editorial La Cúpula y editor de la revista Víbora, el que le convenció para que dejase Estados Unidos y viniese a Europa. Concretamente, se instaló en un chalet de la Floresta, un barrio de Sant Cugat (a pocos quilómetros de Barcelona) donde tenían su base de operaciones el propio Berenguer y dibujantes como Suso Peña, Adolfo Usero, Esteban Maroto o Carlos Giménez, entre otros. Fue lo que se denominó El Grupo de la Floresta.
A través de ellos Shelton conoció al Gato Pérez. Y tiene toda la lógica que la portada de Prohibido maltratar a los gatos fuera un gran festival felino. Uno de los personajes más recordados de los Freak Brothers era, precisamente, el gato de Fat Freddy.
Shelton vivió un par de años en aquel ambiente a medio camino entre la élite del cómic underground y la locura hippie, y publicó sus viñetas en Víbora. También tuvo tiempo para descubrir los secretos de aquel Barrio Chino que tan bien conocía el Gato Pérez. Así lo recordaba el dibujante con cierto sentido del humor en una entrevista de 2013 en Magazine Doze: «Recuerdo el Barrio Chino de los travestis. Yo no era capaz de saber si eren hombres o mujeres hasta que me decían Hola guapo…». Después de su paso por Barcelona, Shelton se instaló en Francia y en los últimos años ha vivido entre París y la Borgoña.
Prohibido maltratar a los gatos fue el cuarto disco del Gato. A nivel de letras, uno de los más emotivos, quizás por el hecho de que el músico acababa de superar un infarto. A nivel musical, una buena demostración de que el Gato se encontraba en plena expansión creativa. Aquí la rumba se da la mano con el pasodoble, la salsa, el cha cha cha… Fue otro infarto el que acabó con su vida en 1990. Una muerte que lo convirtió en leyenda.
La canción
GRANITO DE SAL. Este bolero melancólico parece un track más de este disco reflexivo y tranquilo del Gato, pero esconde un homenaje nunca reconocido. Habla de una rumbera que revoluciona los teatros del Paralelo, y cuando la cantante catalana vinculada al jazz Carme Canela tituló con este apodo su CD del 2014 y eligió versionar este tema, nos daba alguna pista de la identidad de esa rumbera de caderas agitadoras.