
1997 / La Cabra Mecánica es el proyecto más conocido de Miguel Ángel Hernando Lichis. Pero pese a que la fuerte exposición mediática de su tercer disco, que incluía la superventas La lista de la compra, le podría haber hecho acomodarse como el cantautor rumbero oficial, la historia es otra. En su carrera actual en solitario Lichis no recupera temas de aquella etapa. Incluso evita la nostalgia de esa época invitando a su fiel público a atender al presente o en menor medida, al incierto futuro.
En aquel lejano 1997, con la base de una trayectoria como bajista en grupos de distinto pelaje, Lichis iniciaba desde Lavapiés una aventura con el disco Cuando me suenan las tripas. Desenfado estilístico con unas letras mordaces y combativas que no dejaban títere con cabeza. Y en la portada, que es lo que nos ocupa, el diseño de un corazón o una lengua, o tal vez una vagina, en tonos cálidos. Tanto aquel dibujo como que el que acabaría ilustrando el disco posterior, Cabrón, partían de cuadros pintados por su propio padre. Más festiva y entusiasta esta primera, en coherencia con un disco que dejaba temas como Ajo y agua o La reina de la mantequilla. La seguna portada, de un aire más oscuro y reflexivo, como las canciones que sonaban en el interior.

La carrera posterior a La Cabra de Lichis ha sido algo errática, pero con asociaciones interesantes. Se le ha visto junto a Muchachito Albert Pla, Tomasito y El Canijo de Jerez con La pandilla voladora. También de telonero en macrogiras como las de Fito o Leiva (faceta sobre la que ironiza en sus bolos acústicos) o en un último trabajo muy recomendable en comandita con Rubén Pozo. En sus años en solitario Lichis se ha acercado más a la influencia del rock americano. Como queriendo huir del deje latino que le identificara con éxitos del principio de siglo. De todos modos, continúa siendo un certero cronista del mundo que nos rodea.
La canción
‘QUE TE FOLLEN’. Con el disfraz de una delicada balada se presenta esta descarnada descripción de los efectos del desamor. Como muestra, un verso en el que Lichis deja contenido epistolar a su antigua amada: «Te he apuntado en una barra de hielo mi dirección y mis mejores deseos: que te follen».