
1978 / El primer disco de Leño ha acabado pasando a la historia como uno de los primeros hitos del rock en España, pese a que en la portada a Rosendo Mercado y compañía se les viese aparentemente ajenos a todo, incapaces de intuir la trascendencia de lo que estaban llevando a cabo. Rosendo y Ramiro Penas aparecen sentados tranquilamente tomándose una copa bajo un toldo de colores; Chiqui Mariscal, el tercero de los miembros fundadores del grupo, abandona el lugar y Tony Urbano entra en escena caminando por el lado opuesto.
La secuencia tiene su explicación y es una historia bastante conocida. Durante el proceso de grabación del disco, Mariscal decidió dejar Leño para volver a Ñu, donde ya había coincidido con Rosendo. Un cambio con cierto morbo teniendo en cuenta que por aquellos tiempos la relación entre el propio Rosendo y José Carlos Molina, líder de Ñu, no era la mejor. A Mariscal le sustituyó Tony Urbano cuando el disco ya estaba prácticamente acabado. De hecho, el nuevo bajista intervino en una sola canción (El tren). Y en la portada del disco se escenificaba el cambio de guardia. Más allá de la anécdota, la imagen retrata una época de eclosión musical, todavía incipiente, en la que era habitual que algunos músicos transitasen de un grupo a otro buscando su sitio.
El diseño de la portada de Leño fue de Manolo Cuevas, que trabajaría para infinidad de grupos (Asfalto, Tequila, Obús, Barón Rojo…). Y las fotos las hizo Jesús F. Patiño. En la contraportada Tony Urbano ya aparecía sentado en la mesa junto a Rosendo y Ramiro, mientras que la figura de Chiqui se había convertido ya en una sombra.
Finalmente, los caminos de Rosendo y Mariscal se volverían a cruzar. En 1986 el bajista participó en el segundo disco en solitario de Rosendo (Fuera de lugar). Y cuando en el año 2010 Leño impulsó Bajo la corteza, un disco en el que diversos grupos (Barricada, Extremoduro, Luz Casal, Celtas Cortos, Burning…) interpretaban sus temas, la banda quiso dedicarlo a Antonio Vega, muerto durante la grabación de los temas, y a Mariscal, que había fallecido un par de años antes.
La canción
‘EL TREN’. Un riff demoledor para reflexionar acerca de la conveniencia de subirse al tren azul. Según parece, fue una metáfora a cuatro manos para referirse al LSD de Rosendo y de su primer mentor en Ñu, José Carlos Molina.