Pau Riba, entre la ingenuidad y los demonios


Portada Dioptria Pau Riba

1969 / Una criatura, desnuda, en medio de la naturaleza. Una imagen de pureza e ingenuidad. Pero de pronto, se lanzan sobre él todo tipo de horrores. Todas las miserias de la sociedad, todos los tabús, toda la mierda. Así lo explica Pau Riba, más o menos. Y es que la portada (y la contraportada) de Dioptria, probablemente el mejor disco en catalán que nunca se haya grabado, es un buen reflejo de la visión del mundo de aquel Pau Riba que irrumpía en la escena musical de finales de los 60.

Aquella criatura que había comenzado a tocar con Grup de Folk y que trabajaba como diseñador de portadas en Concèntric, el sello creado por Ermengol Passola y Josep Maria Espinàs, era la gran esperanza blanca (y estas también son palabras suyas) de aquella burguesía catalana que se esforzaba por reivindicar una cultura propia en los años grises del franquismo. Nieto del escritor Carles Riba, procedente de una familia de intelectuales y políticos, su camino parecía marcado. Pero los fantasmas se hicieron presentes (¿recordáis?, toda la represión, toda la mierda…) y, como respuesta, llegaron la rebeldía, el LSD, el espíritu hippy, las dioptrías… todo fuera de guion.

Pau Riba estudió publicidad y diseño y tomó contacto con la (todavía incipiente) industria musical haciendo portadas para músicos de la Nova Cançó como Lluís Llach, Enric Vidal o Guillermina Motta. Le costó convencer a la gente de Concèntric de que le editasen un primer LP y casi le tomaron por loco cuando les planteó que debía ser un disco doble. Finalmente, lo grabaría por partes: Dioptria I junto a los músicos de Om (con Toti Soler y Jordi Sabatés entre ellos) i Dioptria 2, ya más en solitario.

La portada que ha quedado para la historia es la del primer volumen. La imagen del recién nacido forma parte del cuadro Der Morgen, pintado por el alemán Phillip Otto Runge en 1810. Y parece ser que el título, Dioptria, hacía referencia a una visión peculiar del mundo marcada no tanto por la miopía sino por una mirada crítica a la sociedad del momento. En la parte posterior del disco, la postal idílica de una criatura en plena naturaleza se vuelve inquietante. El propio Pau Riba y su amigo Ricard Pié fueron añadiendo monstruos e imágenes inconexas extraídas de revistas. Un huevo gigante y terrible cae sobre el niño.

Portada de Dioptria de Pau Riba con dibujos de Nazario

En las posteriores ediciones del disco algunas de las figuras que había hecho Riba fueron sustituidas por las del dibujante Nazario, buen amigo suyo (en la foto superior, sus dibujos). Una especie de monstruos alados se abalanzan sobre la pobre criatura. Riba y Nazario, que se prodigaría poco en lo que se refiere a portadas de discos (ya comentamos aquí la que hizo para Dogo y los Mercenarios), formaban parte de la misma guerrilla libertaria de aquella Barcelona de principios de los 70. El reverso subversivo de la famosa Gauche divine.

A nivel musical, Dioptria contiene joyas memorables. En el documental 37 anys i un dia que se hizo con motivo del 50 aniversario del disco, su buen amigo Jaume Sisa insiste en que Riba es el mejor autor de letras de la música catalana. «El único de todos nosotros que escribe realmente bien», decía. Y aquel primer disco, sorprendentemente, resiste, impecable, el paso del tiempo.

La canción

‘CANÇÓ 7a EN COLORS’. Sobre una base folk, el ecléctico Pau Riba hace brotar en su cabeza los colores e imágenes de todas las estaciones del año. Sinfonía hippy perfecta cuando Pau y su mujer Mercè Pastor (de dónde os pensáis que viene el nombre del grupo Pastora) aúllan «quina enveja» (qué envidia).