
1987 / Había pasado muy poco tiempo desde Al calor del amor en un bar. El dibujo luminoso y festivo que Pepe El Hortelano había hecho para la portada de aquel segundo disco todavía estaba fresco. Pero ahora llegaba Camino Soria. Y Gabinete Caligari tenían claro que su nuevo trabajo, que acabaría siendo uno de los grandes discos del rock español de los 80, requería una iconografía diferente.
Edi Clavo, batería de la banda, publicó hace un par de años un libro de título homónimo, Camino Soria (editorial Contraediciones), en el que explica cómo aquella portada extremadamente sintética pretendía seguir el ejemplo de los Beatles, que en apenas un año pasaron de la exhuberencia visual de Sgt. Pepper’s a la austeridad del llamado Álbum blanco. Jaime Urrutia y compañía buscaban, como dice Edi Clavo, «un disparo neto, sin circunloquios cromáticos, sin ruido semántico alrededor». Es decir, un lienzo en blanco. En el título, de hecho, incluso prescindieron de la preposición (Camino a Soria hubiese sido lo más lógico) para buscar ese minimalismo radical.
A los directivos de la discográfica (aquel era el primer disco que les publicaba EMI), la idea de salir al mercado con una portada completamente blanca no les gustó demasiado. Al final, fue el artista Pablo Sycet, buen amigo de la banda, el que materializó una fórmula intermedia y, a su vez, definitiva. Sobre el blanco aparecerían el nombre de la banda, en mayúsculas, y el del disco, en minúsculas. Como separador, una línia que representaba el horizonte. Sycet, no lo olvidemos, acabaría siendo el diseñador de infinidad de portadas para músicos y bandas como Alaska, Luz Casal, La Frontera, Camarón…
Si aquella histórica portada dice mucho de lo que pretendían que fuese Camino Soria, también vale la pena comentar otros detalles del diseño del disco. En la parte interior y en la contraportada encontramos dos imágenes que nacen de un viaje en coche, medio iniciático, que el grupo hizo a Soria. Les acompañaban, entre otros, el fotógrafo Alberto García-Alix y el artista (y amigo) Pepe el Hortelano. Dos de los grandes referentes visuales de la Movida. Después de diversas peripecias por bares de la zona, García-Alix tomó la imagen que ilustra las páginas interiores al amanecer. Ferni Presas, Jaime Urrutia y Edi Clavo posan en un camino junto a un par de maletas ruinosas. Precisamente, una de aquellas maletas, a la que llamaban la maleta del desgraciao, aparecería también en la parte posterior del disco.
Algunos de los protagonistas de esta historia, García-Alix, Sycet y Pepe el Hortelano, también trabajarían en otros discos de Gabinete Caligari o de Jaime Urrutia ya en solitario.
La canción
‘TÓCALA ULI’. En este álbum que marcaba un hito en la carrera del grupo, cabía este homenaje con entrada muy Town call malice a un cuarto miembro no oficial del grupo en trabajos anteriores, Ulises Montero, siempre solvente al saxo y brillante a la armónica. No sólo para Gabinete sino también para Coyotes o Loquillo. En diciembre del 1989 su palmito pinturero de rocker nos dejó de forma prematura.