
1986 / Esta semana el rapero Pablo Hasél ha ingresado en prisión. Según la justicia, con sus canciones y sus tweets incurrió en delitos de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona. Pues bien, parece un buen momento para tomar algo de perspectiva y recordar que históricamente la relación entre monarquía, música y libertad de expresión no ha sido precisamente feliz. Lo hacemos rescatando uno de los grandes discos del rock de los 80: El estado de las cosas, de Kortatu. Casi nada. Hablaremos de su portada, como es habitual aquí, y de la sorpresa real que escondía el libreto. Empecemos por el principio.
Para la portada de este segundo disco, Kortatu escogió una imagen en la que aparecían tres milicianos anónimos luchando en el frente de Irún durante la Guerra Civil. Un episodio agónico. En agosto del 1936 unos 2.000 soldados defendían la ciudad. Eran militares fieles a la República, un puñado de mineros asturianos y algunos milicianos vascos. Las fuerzas nacionales pretendían asegurar este punto estratégico para aislar a las tropas republicanas de los refuerzos que les podían llegar desde Francia. Contaban con apoyo aéreo y marítimo y la ciudad, finalmente, cayó en septiembre. En El estado de las cosas, Kortatu homenajeaban a aquellos milicianos con esta ilustración de Manolo Gil (a quién ya citamos en esta web por sus colaboraciones con Barricada).
En el libro El estado de las cosas de Kortatu. Lucha, fiesta y guerrra sucia (editorial Lengua de Trapo), Fermin Muguruza explicaba el porqué de esta portada. «Habíamos tenido un éxito de la hostia. […] Nos escuchaban hasta en las discotecas pijas, y pensamos ‘nos tenemos que resituar’. Era el cincuenta aniversario de la Guerra Civil, y lo primero que decidimos es que en la portada tenía que aparecer la palabra ‘antifascista’. […] Queríamos decir que habían pasado 50 años pero nosotros estábamos en la misma batalla».
Treinta años después de la publicación de El estado de las cosas, el periodista Aitor Azurki reunió para un reportaje a Fermin Muguruza y Marcelo Usabiaga, uno de los últimos supervivientes de aquel asedio de Irún. Usabiaga, militante comunista preso durante más de 20 años durante el franquismo, posaba junto a la portada del disco. Mientras, explicaba a Fermin cómo había defendido Irún en medio del caos pero con el convencimiento de que, si era necesario, «moriría con las botas puestas».

El estado de las cosas marcó la evolución de Kortatu de una actitud más festiva a unos discos más incisivos desde el punto de vista político. Canciones como Hotel Monbar o La línia del frente son buenos ejemplos de este compromiso. Y en el libreto interior del disco el grupo incluyó otra ilustración de Manolo Gil en la que se veía al rey Juan Carlos de Borbón transformado en una especie de androide. En un principio, la imagen apareció mutilada en el disco editado por el sello Soñua. En la foto superior se puede ver el borrón negro que tapa el rey y la corona. Pero posteriomente fue recuperada. Se utilizó como portada del single Aizkolari (1988) y también apareció, completa, en el libreto de la edición de Azken Guda Dantza que publicó Esan Ozenki, el sello creado por Negu Gorriak (imagen de la derecha).
Hablábamos al principio de Pablo Hasél y del debate que su condena ha generado alrededor de la libertad de expresión. En los años 80 y 90, Kortatu y los posteriores Negu Gorriak también ejercieron este derecho hasta las últimas consecuencias. Tanto ellos como otros grupos de la época aprovecharon sus canciones para criticar con dureza a la monarquía y a otras instituciones del Estado. Como respuesta, se prohibieron algunos de sus conciertos y Negu Gorriak incluso hicieron frente a un largo juicio por un presunto delito de daños al honor al teniente coronel Galindo. Pero nunca tuvieron una condena como la que afronta ahora Pablo Hasél.
La canción
‘HOTEL MONBAR’. En este segundo disco Kortatu bebe más del punk londinense que del dub jamaicano al que acudirían en posteriores trabajos. Así es en Hotel Monbar, un tema que evoca el asesinato por parte del GAL de cuatro presuntos miembros de ETA en la cafetería de un hotel de Baiona, en 1985. Según parece, Fermin Muguruza estaba aquel día en Baiona, a pocos metros del Monbar, e incluso participó en la persecución de los autores del atentado.