Muchas veces se elogia que los músicos consagrados, en lugar de repetirse eternamente, sean capaces de exigirse más e incluso de reinventarse. Hoy hablamos de periodismo musical, pero el de Nando Cruz es un buen ejemplo de alguien que durante muchos años nos ha ido hablando de música desde diferentes perspectivas. Escribió Pequeño Circo: historia oral del indie español, un libro único que explicaba lo que nadie había explicado, al menos con aquella exhaustividad. Reconocemos que en esta misma web hemos fusilado alguna de sus frases… Cruz también ha sido cronista de la cultura alternativa de Barcelona, difundiendo desde prensa y radio actividades musicales que no aparecían en la agenda convencional. Y ahora acaba de publicar Macrofestivales. El agujero negro de la música (Península), una crítica a la succión cultural que generan los grandes festivales. Hemos aprovechado la ocasión para invitarlo a nuestra sección de las 3 portadas de discos de tu vida. Aquí están las suyas:
‘FLOOD’, de They Might Be Giants (Elektra-WEA, 1990)
«Ya que la cosa va de portadas, este es el primer disco que compré única y exclusivamente por lo mucho que me atrajo la portada. Es un riesgo comprar así. En esta portada, ni siquiera hay pistas de lo que encontrarás dentro. Ya conocía a este dúo estadounidense por su disco anterior, Lincoln, pero aún no era tan tan fan. Fue un acierto total. They Might Be Giants sigue siendo uno de mis grupos favoritos.»
‘IF I SHOULD FALL FROM GRACE WITH GOD’, de The Pogues (DRO, 1988)
«La antítesis de la portada anterior: todo lo que puedes imaginar que sonará dentro el disco está sutilmente expuesto en la portada. Son ocho tipos posando como mejor saben; que no es mucho. Un retrato de familia que busca dar una falsa imagen de formalidad. En cuanto el vinilo empieza a girar, todo salta por los aires. Es punk irlandés en su más beoda y festiva expresión. Pura vida.»
‘UN SOPLO EN EL CORAZÓN’, de Family (Elefant, 1994)
«Incluso en su versión CD, este disco es una de aquellas conjunciones perfectas entre forma y fondo. Tal vez porque el diseñador de la portada era a su vez el cantante y compositor del dúo donostiarra: Javier Aramburu, uno de los grandes portadistas de este país. Un disco lleno de canciones eternas. Precioso incluso al tacto.»