Pau Riba, de la galaxia a la música… y al papel


Portada del single Taxista de Pau Riba

1971 / Con solo 23 años, Pau Riba decidió irse a Formentera en búsqueda de la gran quimera hippie. Ya había grabado Dioptria, considerado con cierto consenso el mejor disco de la música catalana. También había diseñado ya algunas portadas para el sello Concèntric, incluídas las suyas, como aquella en la que un niño se debatía «entre la ingenuidad y los demonios», como ya titulamos hace un tiempo en este blog. Ahora que Riba nos ha dejado, se acumulan los elogios a su talento, centrado sobre todo en la música pero extendido también a la literatura, a la televisión… Nosotros nos referiremos también a su trabajo como grafista.

Pese a que su familia le animaba a que se dedicase a la pintura, Riba prefirió el diseño. Estudió un par de años en la escuela Massana de Barcelona y enseguida empezó a ayudar en el el estudio de un conocido. Hasta que se le abrieron las puertas del sello Concèntric, propiedad del empresario y mecenas Ermengol Passola. Y aquello lo cambió todo. Riba empezó a diseñar portadas de algunos músicos de la época como Lluís Llach (en la portada inferior) o Maria del Mar Bonet. No solo eso, sino que convenció al sello para que le editara algo que era realmente úncio dentro de su catálogo. Primero fue el single Taxista, y después Dioptria, del que ya hablamos en otro artículo.

Portada de Damunt d'una terra de Lluís Llach

El grafismo de Riba era galáctico, como él mismo. Galáctico en el sentido de que iba más allá de las modas del momento. Un espíritu transgresor que utilizó, como el mismo decía, para destruir y deconstruir la cultura catalana. Empezó a colaborar con un par de fotógrafos, Ferran Freixa y Josep Maria Francisco, con los que probaba todo tipo de ocurrencias visuales que hoy en día se ventilarían rápidamente con un golpe de Photoshop pero que entonces requerían de todo un ejercicio de experimentación, incluso a nivel de tipografías. A veces el resultado final fue… algo discutible. Pero nos quedamos con el single de Taxi que abría este artículo; también con aquella preciosa imagen que ilustraba Miniatura (el proyecto que hicieron junto a El Cachas, Sisa y Albert Batiste); con la propia portada de Dioptria, o con el dibujo de Jo, la donya i el gripau.

Portada de Jo, la donya i el gripau de Pau Riba

Nos paramos en este segundo disco de Riba, que coincide son su estancia en Formentera.  Si la portada de Dioptria reflejaba su miedos ante la presión y la represión social, la de Jo, la donya i el gripau (Edigsa) es la de una liberación, un paisaje pletórico en el que se agolpan todo tipo de estímulos. Un dibujo en el que Riba se inspira también el Dalí, un personaje al que conoció personalmente. Las figuras de la portada incluso esconden juegos y algún que otro misterio.

Fueron los años de más ebulición creativa. Pero Pau Riba nunca paró, y dio otros grandes discos durante casi sesenta años de carrera.

La canción

‘MEL’. Cualquiera de los temas de este disco psicodélico y lisérgico es la banda sonora del sentimiento de libertad y comunión con la naturaleza que experimentó Pau Riba y su creciente familia en su estancia en Formentera a principios de los 70. Pero Mel es una invitación a compartir ese paraíso bajo las ramas de una higuera. Más cercano  al primer Bolan acústico y festivo que a las tortuosas reflexiones de Dylan, Pau recita esta tonada y te sorprende con agudos que sólo él dominaba sobre la guitarra mediterránea de Toti Soler, explicando cómo es esa miel que en la portada se desparrama desde el mar. Bon viatge, Pau.